lunes, 1 de junio de 2015

Del cuerpo ingenuo al cuerpo crítico


Por Miguel Angel Pichardo Reyes*
AlterSoma

La introducción del cuerpo en las psicoterapias puede ser un engaño, pues es posible incluir al cuerpo dentro de un proceso hegemónico de disciplinamiento y normalización. A esto le llamamos la colonización del cuerpo, puesto que ahora el cuerpo puede ser útil para aumentar la eficacia disciplinadora de la psicología-psicoterapia. ¿Sera el cuerpo un nuevo lugar donde el sujeto puede refugiarse de forma intimista frente a las amenazas del mundo moderno? En efecto, el cuerpo puede cumplir la función de una nueva coraza frente al mundo, un lugar ocupado por un sujeto débil que se esconde de la realidad a través de las funciones vegetativas del cuerpo. Desde esta perspectiva el cuerpo es el nuevo medicamento, un analgésico que siempre esta disponible, un enclave que guarda la debilidad del sujeto lejos de los amenazantes fantasmas del mundo.

Pensar el cuerpo como un refugio, no es más que otra forma de someterlo y normalizarlo. La potencia orgásmica reichiana no es más que la subversión de esta forma sofisticada de trabajo con el cuerpo. Por eso no solo será necesario introducir el cuerpo a la psicoterapia, como una especie de extensión técnica, sino que la introducción del cuerpo tendrá que cumplir una función subversiva con respecto a las fuerzas disciplinarias, un resistencia activa contra las formas heterodesignadas de normalización simbólica. El cuerpo es sobre todo un cuerpo políticamente sexuado.

Muchas personas quieren ver en las psicoterapias corporales una terapia de la Nueva Era, una versión sofisticada de masajes, chakras y energías junto con el psicoanálisis y la terapia Gestalt. Y efectivamente, esto existe. La operación llevada a cabo desde estas psicoterapias corporales funcionales consiste en integrar al cuerpo como una extensión técnica del disciplinamiento normativo acrítico y funcional frente al patriarcado-metafísico-falogocéntrico. Un saber en resistencia como el de la psicoterapia corporal crítica, no circunscribe al cuerpo como una extensión técnica, sino como una fuente de saber crítico, una epistemología materialista, sintiente, sensual, erótica y política. El cuerpo es fuente y no medio o fin. El cuerpo es sobre todo un estado activo del sujeto incardiano.


Propongo diferenciar entre las psicoterapias corporales funcionales y las psicoterapias corporales críticas. Ya sean reichianas, postreichianas, neoreichianas, o de otra designación, es posible identificar sus prácticas disciplinadoras del cuerpo o liberadoras, críticas y subversivas. Según yo, pienso que una psicoterapia corporal crítica tendría que ser también, necesariamente, feminista.

* Psicólogo Social y Psicoterapeuta Corporal. Este ensayo forma parte de un proyecto sobre “El sujeto corpóreo políticamente sexuado: Wilhelm Reich, Michael Foucault y Jacques Lacan”.

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